martes, 20 de diciembre de 2011

''Más que una simple amistad.'' Capítulo 25.

-Zayn, ¿estás listo?
-Si Ashley, ya bajo.
Bajé las escaleras después de haberme colocado el bañador que me había dejado encima de la cama de su habitación. Me dirigí hacia el jardín y allí estaba ella tumbada en una toalla en el césped. Cogí una toalla y la puse al lado de la suya, luego me tumbé a su lado acariciándole la espalda suavemente, notando la reacción de su piel con el contacto de la mía. Me acerqué más a ella y la abracé, atrayéndola hacia mi.
-Ashley, ¿sabes que nos moriremos de frío? Son casi las 7 de la tarde, de un día de Diciembre.
-En ese caso, vamos a la piscina, está climatizada.
Se levantó de la toalla y se acercó al borde de la piscina. De un salto limpio se adentró en el agua mientras yo la observaba desde la toalla todavía.
-Cariño, ¿no te metes?
Dijo sonriendo mostrando sus perfectos y preciados dientes. Me levanté de la toalla y me metí poco a poco en la piscina.
-¿Tienes miedo?
-Es que verás, hay algo de mi que no sabes..
-¿No sabes nadar?
-No, y sí, ya puedes reírte de mi.
Esperé a que se riese, pero en vez de eso se acercó poco a poco a mí hasta abrazarme y darme un leve beso en mis labios. Bajé lentamente mis manos desde la parte alta de su espalda hasta la cintura. Ella a su vez, aumentó el ritmo del beso, haciéndolo más apasionado y, mientras, comenzó a acariciarme el cuello, bajando por todo mi pecho hasta llegar a la parte delantera del bañador. Me separé de ella, mirándole intensamente a los ojos. Como si me hubiese leído la mente, asintió levemente para después volver a besarme. Comencé a bajar las manos hasta depositarlas en su culo y la levanté para que pudiese enroscar sus piernas alrededor de mi cintura. Giré y la apoyé contra la pared de la piscina y lentamente fui besándole el cuello, dejándole pequeños mordiscos. La temperatura subía cada vez más hasta que pude escuchar como dejaba de respirar entrecortadamente para dar leves gemidos. Subí mis manos hasta el nudo del bikini mientras era ella la que me daba besos y pequeños mordiscos. Al darse cuenta de que no era capaz de deshacer el nudo, se lo deshizo ella misma, lanzándolo a la otra parte de la piscina. Poco a poco fuimos recorriendo el cuerpo del otro con más besos y caricias, hasta que ninguna prenda nos separaba el uno del otro.
-Tienes..
-Espera, ahora vengo.
Salió de la piscina y entró en la casa. Al momento salió con un pequeño sobre en sus manos y volvió a meterse en el agua.
-¿Por donde lo habíamos dejado?
-Por aquí.
La acorralé contra la pared otra vez y levanté una de sus piernas. Abrió el sobre y dejé que me lo colocase. Cuando estábamos listos, comencé con lo que ambos queríamos. Poco a poco llegábamos al punto más excitante, y antes de alcanzarlo por fin, la miré a los ojos.
-Te quiero.
Pronuncié antes de que nos uniésemos siendo uno.

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