Pi-pi-pi.
Estiro el brazo aún lleno de vendas manchadas de sangre y apago el dichoso despertador. Me siento en la cama y apoyo los pies en el suelo ''está frío, demasiado frío'' pienso para mis adentros. Me levanto y me pongo lo primero que encuentro. Sí, hoy es el día de la graduación y no tenemos clase. A la noche, como siempre, habrá una fiesta pero no iré. ¿La razón? No tengo ganas de encontrarme con todos aquellos que hacen que se me quiten las ganas de vivir.
Noto como vibra el móvil en mi mesilla de luz. ''Un mensaje nuevo de Anne: Tú hoy vendrás a la maldita fiesta de graduación como que Anne me llamo''
Decido llamarla. Un tono, dos, tres. Nada.
Bajo a desayunar algo y cuando acabo voy a cambiarme. Entro a la habitación y escucho que el móvil suena, lo cojo sin ver tan si quiera quien es.
-Anne ya te he dicho que no voy a ir a la dichosa fiesta de graduación, no seas pesada.
-No soy Anne.
-Liam?
-Exacto. Qué fiesta de graduación?
-No ninguna, deja.
-Sabes que puedes contar conmigo Em, dímelo.
Me sonrojé. ¿Por qué? Quizás por el hecho de que aquel chico de ojos marrones me ha llamado 'Em'.
-Estás ahí Em?
Otra vez, esas palabras salir de su boca..
-Eh si. Verás, hoy es nuestra graduación y ahora a la mañana tenemos que ir a dar un pequeño discurso y luego a la noche habrá una fiesta, como siempre.
-Entiendo, y no quieres ir?
-No.. para qué, la verdad.
-Para plantarles cara a todos, quizás?
-Eso lo haré en.. más o menos una hora.
-Qué? No entiendo..
-Nada, cosas mías. Bueno Liam, tengo que dejarte que necesito vestirme. Nos vemos luego, un beso.
-Hasta luego, Em.
Corto y decido cambiarme. Me pongo unos pitillos negros rotos y ajustados, una camiseta negra de Nirvana con la típica carita en amarillo y mis vans con cordones amarillos. Me hago un moño en el pelo, en donde se puede ver el tatuaje del símbolo del infinito que tengo en la nuca.
Voy al baño y decido cambiarme las vendas. Mientras lo estoy haciendo, suena el móvil, otra vez. Lo cogo, sabiendo que es Anne.
-COMO ES QUE NO VAS? EMILY STINSON, VAS A IR SI O SI.
-No Anne, no quiero, no iré.
Anne era una chica realmente guapa. Tenía un pelo castaño larguísimo, liso como la seda y unos ojos verdes preciosos. Tenía un cuerpo realmente envidiable, y aunque fuese una de las chicas más populares del instituto, vestía como cualquier chica de 17 años.
-Pues si tú no vas, yo no voy.
-No Annie, las cosas no son así.
-No me llames Annie ahora, eso es solo cuando estamos cariñosas.
-Tonta.
-Ay joba, venga que te paso a recoger en nada.
-Perfecto, yo ya estoy lista.
Colgamos, y a los 5 minutos mi timbre estaba sonando. Guardé mis llaves y mi movil en los bolsillos y salí de casa. Durante todo el camino Anne estuvo preguntándome por qué me había vuelto a cortar y quiénes eran esos vecinos nuevos.
-Primero: No me preguntes más sobre los cortes, los sabrás dentro de poco. Segundo: Son 5 chicos, uno de ellos, Liam, que es con el que mejor me llevo, es de aquí pero vive en Londres y está de vacaciones con los otros chicos y no sé más, lo único que sé, es que a él le pasaba lo mismo que me está pasando ahora a mi, y que me ayudó muchísimo.
-Me parece que te vas a llevar muuuy bien con ese chico...
-Vamos Annie! No seas tonta!
-Ya me presentarás a uno de sus amigos, no?
-Te los presentaré a todos, pero en especial a uno, que sé que te chiflan los rizos.
Anne comenzó a saltar como una niña pequeña hasta que llegamos al instituto. Una vez allí, la misma rutina de siempre; Halagos para Anne, críticas para Emily. Pero esta vez era diferente. Ahora sonreía, sí, a cada persona que me llamaba fea, estúpida o cualquier cosa, la miraba a los ojos y le dedicaba una bonita sonrisa.
Llegó el momento de entrar a la sala de actos y dar nuestros discursos. Los minutos iban pasando, y cada discurso era más largo que el anterior. Le tocó a Anne, y ella como siempre, chica de pocas palabras, acabó en un segundo.
-A continuación, la señorita Emily Stinson.
Me levanté y todos comenzaron a abuchearme, pero no les hice caso. Subí al mini escenario y me di cuenta de que había llegado la hora de dejar atrás los miedos y plantarle cara a los problemas.
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