sábado, 10 de diciembre de 2011

''Alma gemela'' Capítulo 1.

Querido Diario:

Me siento sola. Más bien, lo estoy. La persona que más quería en el mundo no está, y a veces me dan ganas de ir con ella, pero ahí está Anne ayudándome a ver el lado positivo de las cosas. Aún así, no tengo más ayuda que la suya, y mi pregunta es: ¿Qué haré cuando no esté más con ella? Tendría que acabar con esto a lo que le llamo vida. Tendría que descansar en paz, si es que puedo. Por que, ¿qué pasa si todos aquellos que me insultan, y hacen que mi autoestima esté por los suelos, me siguen insultando cuando esté muerta? Sin duda, no creo que puedo soportarlo, por que ni si quiera soporto el ir a clase para intentar atender y estudiar (qué es en lo que se basa mi día a día) y encontrarte con que todo el mundo se ríe de ti, habla mal de ti a tus espaldas, se inventan cosas que no son ciertas, te tiran batidos enfrente de todos, te llaman gorda, estúpida, te dicen que tu vida no vale para nada, que deberías volver a tu país...No, definitivamente, no lo soporto. ¿Por qué? ¿Por qué tuve que venirme a vivir aquí, con lo bien que estaba en España? Por que en efecto, allí no me pasaba esto. Allí tenía a mis amigas, a mis amigos, a mi familia y a toda la gente que quería. Pero lo dejé todo para venir a este infierno del que no saldré nunca, y me estoy cansando. Llevo tres meses con este problema, y más de una vez le di una oportunidad más a la vida, pero hoy es la última. 

Cierro la que sería la última página de mi diario, un diario el cual nadie lee. Veo la hora. 7:15. Aún es temprano, decido hacer los deberes que me quedaron sin hacer. Cojo las libretas y me siento en el escritorio, y al cabo de 10 minutos los acabo.
-Valla, no eran muchos.
El reloj marcaba ya las 7:20, por lo que decido cambiarme y ponerme el uniforme. Voy al baño para peinarme, y me miro en el espejo. Soy normal, no estoy gorda, ¿por qué la gente piensa eso? Pelo rubio, ojos azules..seguro que en España muchos chicos querrían estar conmigo, como siempre fue, pero no, en este maldito pueblo tengo que ser la bicho raro. Seguramente, por que hay mucha gente así, pero, ¿y qué? ¿por qué tienen que juzgarme a mi? Decidí dejar de pensar en eso y bajar a desayunar. Allí no había nadie, como siempre. Me dirigí a coger unas galletas cuando vi una nota en la encimera. 
''Cariño, nos hemos ido de viaje, estaremos unas semanas fuera, pero no sabemos cuantas. Cuídate. Te queremos, papá y mamá''
Disfrutad del viaje, y no esperéis que esté viva cuando volváis a entrar por esa puerta.

Cogí las llaves y el móvil, y salí hacia el instituto con las mismas ganas que todos los días; 0.
Mientras iba por la calle, me encontré con Anne.
-Em! Cariño! Qué tal?
-Hola Anne.. ya sabes, como siempre.
-Pf.. y tus padres?
-Se han vuelto a ir.. 
-Lo siento..
-Da igual, vamos, que llegamos tarde.

Entramos al instituto y la misma rutina de siempre. Halagos y saludos para Anne, abucheos y críticas para Emily. 
-GORDA! 
-VUELVE PARA TU PAÍS! 
-NO QUEREMOS BICHOS RAROS AQUÍ! 
Cada paso que daba, escuchaba una crítica de una persona diferente. Comos siempre, cabizbaja y con las manos metidos en los bolsillos, entré en clase. Me senté en mi sitio de siempre, al final y contra la ventana. 
Pasaron las horas, las clases, el estar con Anne.. y por fin llegó la hora de salir de clase. Recogí mis cosas y salí por la puerta. Me dirigí a casa, y a un par de calles, vi que estaban 5 chicos en la casa de al lado. No, no quiero, no quiero ni pensar que son del instituto y que tendrán que vivir en la casa de al lado. ¿Y si es así? Definitivamente, hoy es la última oportunidad. 
-Vamos Emily, vamos.. cuando pases por enfrente no los mires, no les hables, tu tan solo entra en casa. -Iba diciéndome esto a mí misma en susurros que solo yo pudiese entender. 
-Eh tu! 
Si, me estaban llamando a mi. Basta, era suficiente por hoy. No quería escuchar nada más, salí corriendo, salté la valla de mi casa y entré rápidamente. Me derrumbé en el suelo y comencé a llorar, sin parar. Tenía que acabar con esto cuanto antes. 
Subí a mi habitación en busca de algo que me pudiese calmar, pero a la vez que terminase con todo esto de una vez. Pero no había, así que tendría que ir a comprar. 
Cogí mis llaves otra vez y salí pitando de casa. Llegué al supermercado y fui a por lo que necesitaba. Cogí una caja, la única que quedaba.
-Valla, iba a cogerlas yo. Pero da igual, me parece que las chicas necesitan las cuchillas más que los hombres.
Aquella voz.. me resultaba tan familiar..

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